TUPE” Pueblo De la Sierra de Lima donde el tiempo se ha detenido
Cuando me avisaron que el próximo viaje con Expediciones Fotográficas
sería a TUPE empecé a buscar información y realmente hay poca y muy
generalizada, lo único concreto era la caminata de 2 a 3 horas que nos
mencionaron que comenzaría en los 2.400 msnm y TUPE está a 2.850 msnm, este
dato me preocupó porque mi entusiasmo supera mi físico que sigue siendo
deplorable y diagnosticada “hipertensa” aunque ya controlada con pastillas me hicieron dudar si estaría apta, además
cada uno cargaría su equipaje… pero seríamos 28 personas, recargué mi
entusiasmo y me inscribí. Coloqué en la
mochila lo mínimo indispensable, renuncié a llevar el trípode y mi lente más
pesado, la fotografía astral quedará para otro viaje. Nos solicitaron
lleváramos alguna donación para los niños, compré algunas frazadas de polar,
chupetes y galletas, todos llevaron donativos, material didáctico, ropa,
zapatos, juguetes, etc. no las cargaríamos allí las distribuirían en burros que
son el medio de carga.
Salimos cerca de las 12 de la noche, TUPE queda a 185 kilómetros de Lima y un promedio de 6 horas
de viaje, por la carretera Panamericana
Sur hasta el km. 144 que es la entrada a SAN VICENTE DE CAÑETE en dirección a
LUNAHUANÁ distrito muy conocido por el
turismo de aventura y los
exquisitos platos a base de camarón de río.
Seguimos en la cuenca del río Cañete pasando por San
Jerónimo hasta CATAHUASI distrito de la
provincia de Yauyos allí la altura es 1200 msnm y a 25 kilómetros de nuestro destino, de aquí empieza
el ascenso por carretera no asfaltada hasta AIZA. Dormí a ratos y cuando abrí
los ojos y miré por la ventana ya estaba amaneciendo y divisé el abismo
interminable que tenía sobre la margen derecha y lo angosto de la carretera por
la que cabe un solo carro, sentí temor pero ya estábamos llegando al punto
donde empezaríamos a caminar, saqué mi celular y tomé algunas fotos.
Descendimos para estirar las piernas y prepararnos para empezar
la caminata. Iniciamos pasadas las 7 de la mañana después de que se bajaran las
donaciones del techo del bus y llegaran los burritos, las lanas de colores que cuelgan de sus
orejas se ven pintorescas y ellos son dirigidos y encaminados por una Sra.
“tupina” que con rama en mano des da las órdenes, me mira tomándole fotos y muy
furiosa me pide que no lo haga, “nada de fotos”
Cargamos
nuestros morrales y empezamos por un sendero amplio y plano disfrutando del
paisaje, el clima agradable todavía el sol no estaba en pleno, así avanzamos
unos 20 minutos,
hasta
que el camino se tornó rocoso y serpenteante y el sol brilló con todo su
esplendor íbamos la par con los burritos
muy pegados al cerro y trepando sin descanso, falta el aire y la respiración
es lenta, pero ves cómo algunos avanzan como si nada, pero también en el camino
encuentras a alguien que le ha dado mal de altura, aprovechamos para descansar
cada cierto tramo y siempre alguien dice “falta poco” tomamos agua, alguna
fotografía y retomamos el camino para no perder el ritmo, así por espacio de
casi 3 horas
hasta
que anuncian: ves el puente amarillo al
fondo? Allá está Tupe, qué maravilla estamos cerca, terminan las piedras y hay
escaleras de cemento, allí ya la adrenalina cede y creo que es el tramo más
difícil cada escalón cuesta trabajo, hay
que tomar la foto en el arco de la entrada que da la bienvenida.
Estamos en el Distrito de Tupe, provincia peruana de Yauyos
en la sierra de Lima, los carteles de
señalización están en castellano y jaqaru lengua de la familia aimara, ellos
son los únicos sobrevivientes del antiguo imperio Wari. Fue creado en
1936, conservan sus costumbres
nativas como la “Herranza de vaca” en
agosto,” Virgen de la Candelaria” en febrero,
“Limpia asequia”. El Patrón del pueblo es San Bartolomé su fiesta se celebra el 24 de agosto. Muy afectado con el último terremoto en donde
tuvieron que reconstruir parte importante del pueblo. Las mujeres y niñas visten de colores rojo y
negro llevan un pañuelo amarrado en la cabeza y un cinturón elaborado a mano
tipo fajín que representa su estado civil.
Plaza principal
Al llegar nos indican
que un grupo irá en la parte de abajo y otros se quedarán en otro hospedaje
arriba, soy del grupo de abajo, hay que hacer otro esfuerzo porque no queda tan
cerca. Son dos cuartos grandes con
colchones uno al lado del otro en el suelo,
nos distribuyen frazadas, dejamos el equipaje y vamos a desayunar ya son
casi las 11 de la mañana. El salón
–comedor es sencillo con mesas y asientos de madera y sin mucha luz al rato de
estar allí recién los ojos se acostumbran a la penumbra y empiezas a ver
bien. Nos sirven papa sancochada con
cáscara y sin sal porque va acompañada de queso propio de la región sumamente
salado que ellos cortan en tajadas y fríen, acompañado de una taza de refresco
de Muña que se cosecha a los alrededores y que es un digestivo muy bueno.
Regresamos al cuarto y sin más nos acostamos, hace frío y
por el techo y las ventanas se cuela el aire, nos envolvemos en las frazadas y
dormimos profundamente, el cansancio, la altura y el viaje se han acumulado, despertamos al cabo de dos horas.
Tomamos
el equipo fotográfico y salimos a caminar hacia la Plaza, la iglesia tiene una
torre con su campanario, el terremoto la desbarató como a la mayoría del pueblo
que se reconstruyó poco a poco, algunas casas muestran los estragos, alrededor quedan las edificaciones del
municipio, el colegio, un parque central
con plantas cuidadas y con sus respectivos nombres.
En
principio parece un pueblo fantasma, no hay gente, poco a poco van apareciendo
los niños que nos miran con curiosidad, nos vamos ganando la confianza poco a poco,
nos preguntan y se interesan en las fotos, no piden nada esto me llama la
atención. Tupe parece detenido en el
tiempo, en un tiempo de hace dos siglos, paredes de piedra y barro, la asequia
pasa por el centro de las calles y el
agua que desciende es cristalina arriba tienen unas fuentes de agua que los
abastecen.
Hay
luz eléctrica y algunas antenas que nos remiten al presente, un solo televisor
en el comedor en el que ven los programas nacionales, una posta médica que cuenta
con un enfermero, no hay médico, hay 3 waters en todo el
pueblo de unos 700 habitantes, los demás
usan silos, de estos nos tocó uno que afortunadamente funciona muy bien.
Vamos a almorzar una sopa con ingredientes que ellos
cultivan, papa, trigo, quinua y zanahoria, está deliciosa en la sierra las
sopas son imprescindibles te devuelven el calor y te dan energía, de segundo
una especie de locro con pedacitos de carne y ensalada de tomate y pepinillo y
su jarro de muña. Salimos
a caminar por las callecitas para conocer, las pocas señoras "tupinas" que me encuentro me
piden que no las fotografíe yo soy respetuosa
y no lo hago, pero pienso: qué ironía somos 28 personas en excursión fotográfica … los niños se acercan y poco a poco se
integran, la curiosidad y el deseo de conocernos los atrae. Hace frío y hay una fina garúa, la neblina
empieza a descender, los fotógrafos muy entusiasmados y con las baterías
recargadas emprenden caminata a lo alto para conocer el Cementerio. Me
quedo la gente me gusta y quiero conocer un poco más, a la salida del cuarto en la primera
callecita encuentro a una octogenaria hilando, no ve muy bien pero quiere
conversar y me cuenta de su familia y me explica el hilado. Empieza a llover y regreso al cuarto a buscar
una bolsa para resguardar la cámara.
Una de las niñas que tiene 7 años viene con su hermanita de
2 y se sienta a conversar, nos cuenta que ella es la encargada de sus
hermanos, que les cocina y los cuida porque sus papás salen al campo con las
cabras, ovejas, burros y vacas desde muy temprano a pastar y también a hacer
todas las labores de agricultura y cosecha, regresan tarde, la hermanita se queda dormida y le decimos que
regrese porque es tarde y la deben estar buscando, sonríe y dice “no pasa nada
mi mamá aún no debe haber llegado, además vivo al lado”.
Son las 6 de la tarde ya estamos en piyama, hace frío y
llueve, el resto está por el parque resguardándose de la lluvia y los que
partieron hacia el Cementerio regresan empapados pero las cámaras a buen
recaudo, empiezan a llamarnos para comer habrá papas fritas con huevo, nos
estimulan y salimos hacia el comedor ayudadas de linternas porque los postes de
luz son escasos y ahora las piedras están cubiertas de barro por la lluvia, hay
que cuidarse de una caída.
Todos van saliendo del comedor después de acordar que el menú del día
siguiente no será caldo de cabeza de carnero porque sólo 2 dijeron que sí, sino quaker con pan y queso y de almuerzo
frejoles, me quedo para conversar con JENNY
que está a cargo del comedor, me cuenta que conoció a JOSE LUIS hace 13
años en San Martín porque ella es de la selva y él tupino pero trabajaba allí,
entre los dos tienen 5 hijos. Fiorella llegó de 4 y ahora tiene 17 pronto se
vendrá a Lima a estudiar enfermería, Hellen llegó de 2 años, la menor ya es tupina, el hijo vive y trabaja en Chincha y la otra
se casó y vive en Lima.
Me
comenta que las niñas desde chicas tienen que responsabilizarse de sus
hermanitos y aprender las labores propias de la casa para cuidarlos, los chicos ayudan a arrear las cabras y
ovejas y son los encargados de llevarlas a pastar. Le comento que no he visto adolescentes sino
niños y gente mayor, me cuenta que cuando terminan primaria y algunos
secundaria se van para Cañete que tienen cerca a trabajar o estudiar y ya no
quieren regresar sino para las festividades. Ella y
su esposo son los que reciben y buscan hospedaje a los foráneos, me da el
teléfono y los datos por si acaso alguien se anima a venir, me cuenta también
que una
extranjera que venía con un grupo se sintió muy mal con la altura y que
ellos se preocuparon mucho porque no tienen médico, por eso es indispensable
traer las medicinas que se necesiten o creen necesitar, afortunadamente la
señora se recuperó con te de hierbas y
descanso.
Alquiler de un burro para carga S/.10, el desayuno S/. 5 si
pide huevo cuesta más, los almuerzos varían entre 8 y S/. 10 si lleva pollo, la
cama con frazada (sin sábanas) S/10
Interesados comunicarse con JOSE LUIS MANRIQUE ANGEL 948061625.
Me despido y regreso al cuarto, en donde decidimos dormir
del lado contrario al de la mañana porque sentimos menos frío, con pijama de polar, medias gruesas de lana,
gorro, chalina y guantes me envuelvo en la frazada asignada y el cojín
tubular que uso para el cuello me sirve
de almohada, empiezan a contar historias de miedo y poco a poco me quedo
dormida profundamente, al día siguiente empezaríamos temprano para lograr turno en el baño, algún grupo
madrugaría a tomar fotos del amanecer,
el desayuno se serviría a las 8 y luego se entregarían las donaciones en
el local del colegio. Desde las 4 de la
mañana sentí la gente levantarse, yo lo hice a las 7. El grupo del amanecer
retornó porque la densa neblina no les permitió hacer muchas fotos.
Este es el colegio donde entregaremos las donaciones.
Después del desayuno como se anunció fuimos a entregar las
donaciones, los niñitos brotaron de todos lados, hicieron colas y salieron
felices, eran regalos significativos y con cariño que ellos con enormes
sonrisas los agradecieron. Las mamás se
acercaron más amables que el día anterior, se rompió el hielo al ver que los
niños estaban contentos, accedieron a algunas fotos.
Los niños tenían mucha curiosidad con las cámaras y fotos y se pasaron de “modelos” a “fotógrafos”.
Acá algunas fotos de las carteleras en la pared del salón de clases, a los niños les enseñan las palabras en Jaqaru lengua que hablan además de español.
Ahora revisando mis fotos veo como un niño cambia sus botas de lluvia por unos “crocs”, una niña juega con su “Barbie” y le convida su sopa de barro, parece incongruente para ese sitio, pero cómo negarles
algo que ven por su único tv?.
Caminé por las callecitas tomando algunas fotos de su diario
quehacer, algunos iban y otros regresaban de sus tareas habituales del campo.
Los niños cumplían también sus deberes sacando tiempo para conversar con nosotros.
Después de un delicioso almuerzo con frejoles cocinados con
leña (compran gas pero es difícil trasportarlo) chicharrón de cabrito y su
respectivo tazón de muña vamos a caminar, tomar las últimas fotos, aprovecho
para ir a la “bodega” única tienda de víveres en el pueblo para abastecerme de
agua y encuentro a don Paulino Acevedo que ha venido para las fiestas, me invita a brindar con el trago típico
“Chamiscosito” cuyos ingredientes son agua hervida, hierbitas, alcohol de 33
grados y limón, le agradezco y le recuerdo que regresamos en un par de horas y
no debo tomarlo con la explicación se queda tranquilo y no insiste, trae una
fruta para que pruebe “Mito” papaya de tupe, es agradable. Ellos ya se están
preparando para la fiesta de la Candelaria que empezará al otro día. Me
acompaña por varia cuadras y me invita a regresar, le doy una tarjeta y dice
que estará pendiente para leer este blog.
El día anterior varias personas me mostraron su preocupación
por las fotos que estaba tomando, preguntaban para qué las
quieren?, qué van a hacer con ellas? Les
dije que en mi caso las pondría en internet en este blog para contarle a la
gente sobre ellos y advertir también que la caminata no es cualquiera, que hay
que tener físico y entusiasmo y que no hay ninguna clase de comodidad ni hotel,
se acampa o se duerme en casa de lugareños, es turismo vivencial y experiencia
cultural, que no hay hospital y tampoco médicos.
También les pregunté si querían que la carretera llegara
hasta el pueblo, porque realmente lo que los mantiene como están, es el difícil
acceso, muchos coincidieron en que viven muy contentos como están y no quieren
nada del mundo exterior, cultivan lo que comen; maíz, papa, quinua, trigo,
cebada, frejol, cebolla, tomate, ají, ajo, zanahoria, apio, manzanas paltas,
duraznos, viven de sus ganados caprino, ovino, reses, sus burritos llevan sus
cargas, tienen agua en cantidad y buen clima, viven tranquilos y en paz, claro está que me
cuentan que poco a poco son ellos mismos los que van avanzando el camino hacia
el pueblo, pero sin ningún apuro.
Acá llevan sus animales a pastar
Sembrío de papa
La niña limpia la asequia mientras su abuelo bastón en mano camina hacia donde está su esposa
Cerro Tupinachaca
Son
gente que vive en su mundo y quiere permanecer en él, son felices en su tierra y
nos dan una lección muy profunda de vida
a todos nosotros tan apegados a las cosas terrenales, queriendo tener
más cada vez para disfrutar menos, ha sido una experiencia maravillosa conocer
este pueblo tan cerca y a la vez tan distante de Lima, con gente especial, nos
aceptaron y permitieron que viviéramos con ellos, compartieron sus vivencias,
su comida y su entorno.
Sembrío de papa
La niña limpia la asequia mientras su abuelo bastón en mano camina hacia donde está su esposa
Cerro Tupinachaca
r
Ya de regreso la caminata fue de 45 minutos intensos de
bajada, con riachuelo entre piedras por la lluvia del día anterior, tramos con
barro y otros con arenilla sobre las piedra que resbalan igual que el jabón, me
parecía increíble que hubiese subido tanto y con el camino pedregoso, la
bajada exige mucho cuidado y siempre buscando la piedra firme para apoyarse
pegados al cerro, algunos se consiguieron palos como bastones que es una regia
idea porque te da apoyo, caminamos en pequeños grupos para ayudarnos y
entretenernos.
En el bus me tocó el lado contrario al abismo, gracias a Dios porque es más de hora y media
por carretera destapada y angosta con precipicios insondables, fui del lado
del cerro en donde ves las rocas fracturadas para lograr abrir la carretera, salimos
4:30 p.m. y llegamos a Catahuasi a las 5:45 nos esperaba un bús en el que cabríamos
todos para regresar a Lima, es recomendable que el tramo de la carretera de ahí
hasta Aiza sea con un lugareño que conoce
el camino y su dificultad.
Llegamos a nuestro destino en Lima cerca de las 11 de la
noche. Después de un baño refrescante y algo de comer dormí profundamente y en
la mañana el viaje a TUPE parecía un sueño … excepto por el dolor en aquellos
músculos de las piernas nunca ejercitados
casi 3 horas de ascenso y 45 minutos de descenso sin parar, pero valió
la pena regresé con mucha paz y pensando que en la vida lo más importante son
los afectos y que tengo que aprender a desapegarme de muchas cosas que te distraen de la verdadera felicidad.
No creo que regrese a Tupe por lo difícil del acceso pero a
su entorno y a su gente los llevaré por siempre en mi corazón, dejo el viaje para la gente joven y para
aquella no tan joven pero entusiasta.
Acá me despido con esta octogenaria tupina que fue nuestra mejor modelo.